Skip to content
El consumidor frente al espejo digital. ¿La IA nos conoce mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos?

Contenido

¿Te ha pasado que sientes que el celular te “escucha”? Como si leyera tu mente. Estás pensando en comprarte digamos que… una cafetera nueva, y de pronto ¡ahí está! Te salen anuncios de cafeteras por todos lados. O quizás, ni siquiera sabías que querías cambiar de sillón… hasta que viste uno muy cool en Instagram. ¿Coincidencia?

Vivimos una época extraña, curiosa y honestamente fascinante en muchos sentidos [insertar meme de Michael Jackson comiendo palomitas]. Y también vivimos en una era donde los algoritmos no solo predicen lo que podríamos querer… a veces parecen conocernos en capas que ni nosotros hemos explorado del todo. Y es ahí donde aparece la pregunta: ¿La IA nos conoce mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos? Veamos.

Somos predecibles… aunque no nos guste admitirlo

Una verdad que puede parecer incómoda es que no somos tan impredecibles como creemos. Y menos en el mundo digital.

Durante el día, vamos dejando pequeñas huellas por todos lados. Likes, búsquedas, pausas en videos, canciones repetidas en Spotify, tiempo de lectura de un post, ubicación, patrones de sueño… Un scroll de más, un segundo de menos ¡todo se analiza! Todo se guarda.

La inteligencia artificial se alimenta de datos. Y lo que hace con ellos la verdad sí es impresionante. A partir de esos rastros, puede inferir nuestros intereses, estado de ánimo, miedos, ciclos de compra, incluso si tienes insomnio. Y entonces, como si tuviera una bola de cristal, el algoritmo te da lo que «necesitas»; un nuevo sillón, la receta de brownie hecho de camote, ese curso de (lo que sea) que suena a ti.

En esta especie de análisis psicológico digital, somos «observados» a niveles sutiles, incluso también nuestras emociones pueden ser detectadas y anticipadas. Como esa IA que reconoce si estás triste solo con «ver» tu cara. ¿Sí?

Del neuromarketing al “mindhacking”

La IA no es buena ni mala, es una herramienta. Está entrenada para hacer algo: llevarnos a una acción.

Esa acción puede ser útil como: “te recomendamos este curso de productividad porque sabemos que estás procrastinando”, o puede ser dudosa: “te mostramos esto para que lo compres, aunque no lo necesitas realmente”.

Y así, poco a poco… lo que creemos que decidimos libremente, quizás ya estaba sembrado por ahí. A veces, sin darnos cuenta.

Pero también hay belleza en este espejo digital

No todo es vigilancia y ¿manipulación? Gracias a estas tecnologías, las personas han descubierto pasiones, recursos, comunidades y oportunidades que de otro modo no habrían encontrado. Como si la IA nos diera un empujoncito hacia cosas que quizás estaban latentes.

Por eso, decir que la IA nos conoce mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos, no es necesariamente una amenaza. Puede ser también un recordatorio de todo lo que aún no hemos explorado de nuestra propia psique.

¿Qué podemos hacer como consumidores conscientes?

Siempre cuestionar todo, me gusta hacer hincapié en que lo primero que debemos cuestionar es a nosotros mismos, nuestros pensamientos, nuestras percepciones, lo que creemos que sabemos de la vida, lo que nos han enseñado, nuestro lenguaje… incluso nuestros impulsos digitales.
Pregúntate «¿De verdad necesito eso? ¿O me lo están vendiendo muy bien?»

Desconectar para reconectar. Y esto va tomando más y más relevancia, tomar espacios de ‘detox digital’. El silencio revela muchas más cosas, pero es más común estar inmerso en el ruido.

¿Y las marcas? También tienen una responsabilidad

No basta con que los usuarios consumamos con consciencia. Las marcas también necesitan ofrecer con consciencia. ¿Para qué usar la IA solo para vender más, más rápido, más seguido? Pfff…

También se puede usar para mejorar la vida de las personas. Para entenderlas más allá del consumo, para ofrecerles valor real. Soluciones reales, acompañamiento auténtico. Imaginemos un mundo digital donde las recomendaciones no solo busquen convertir, sino conectar. Donde la personalización no sea para empujarte a comprar, sino para ayudarte a decidir mejor. Donde el marketing no solo sea persuasivo, sino también responsable.

Última pausa antes de cerrar

Sí, los algoritmos pueden saber mucho de nosotros… pero nunca lo sabrán todo. Hay cosas que no se pueden calcular; los duelos, los anhelos que no se nombran, las intuiciones que no caben en una base de datos.

Como consumidores, podemos elegir con más presencia. Y como creadores, marcas o empresas… podemos ofrecer con más ética, más humanidad, más propósito. Ese equilibrio entre tecnología y consciencia (de ambos lados del espejo digital) puede ser algo de lo que necesitamos ahora.

Acerca del autor

¿Te resulto útil esta información? ¡Compártela!

Únete a la conversación

¡Suscríbete a nuestro newsletter!

Y mantente al día en está era digital.

Otros
artículos